Murió «El Niga» Farías, emblema del barrio El Cliclón de General Villegas

En la foto posa para Distrito Interior con el cuadro del equipo de El Ciclón Sport que fundó junto a Horacio Recarte.

Esa instante quedó inmortalizado hace unos 3 años cuando por cuestiones del periodismo llegamos hasta la despensa «El Niga» ubicada en Ithurbide y Rossi que hasta el presente atiende su ex esposa y madre de sus dos hijos, María del Carmen Tello (78) con quien mantuvo siempre una excelente relación, contó Mario (59), uno de sus hijos. Niga y María del Carmen, fueron también padres de Susana (60).

En esa oportunidad luego de abordar el tema por el que nos contactamos todo se transformó en una charla extensa con la que perdimos la noción del tiempo. Desde entonces, como de tantos otros personajes contemporáneos, la conservábamos.

Esta tarde apenas pasado el mediodía Juan Andrés Farías falleció en el hospital municipal luego de 8 días de internación por Covid que había derivado en una neumonía bilateral.

«El Niga», apodado así, aparentemente, por una deformación de «hormiga» (por lo flaco y menudo de niño) fue un colorido personaje de su barrio en el que vivió sus algo más de 8 décadas.

Había nacido en el establecimiento rural Santa Teresa, ubicado frente a la localidad de Piedritas, donde sus padres juntaban maíz oportunamente.

Trabajó en el molino harinero Fénix, tuvo a su cargo cuadrillas de trabajadores con los que se dedicaba a la junta de maíz y girasol cuando las inundaciones no permitían el ingreso de cosechadoras a los lotes y a deschamicar. Mario recuerda que eran grupos de 25-30 personas, pero la más numerosa llegó a reunir 73. Toda su familia, salvo su nieto, hijo de su hijo, no trabajó con «El Niga».

Con el paso de los años cuando el barrio fue creciendo y expandiéndose tuvo que desistir de la cría de cerdos hace 7 años, debiendo adaptarse, tarea que desarrollaba en su quinta y lugar de residencia conformada de cuatro hectáreas y media.

Las nuevas generaciones lo identifican como el hombre que recorría las verdulerías, panaderías y carnicerías en busca de mercadería que estaba para el descarte. Una docena de años atrás había comenzado para alimentar a los cerdos, pero nunca abandonó el circuito que tenía trazado en la ciudad cabecera.

La gente del barrio en su mayoría, porque también se acercaban desde otros puntos de la ciudad, seleccionaban lo obtenido por lo que pagaban mínimas sumas, «hay gente que come gracias a eso porque de otra manera no podría», nos contó en la oportunidad mencionada en el comienzo de esta nota; conocía como pocos ese aspecto de la vida que vista desde otra perspectiva parece inadmisible.

Con él se va una parte colorida y rica de uno de los barrios más populares de General Villegas, y más allá de no perder de vista que es una víctima más del cruel virus, por un momento nos distraemos de la pandemia para despedir a un hombre que vivió a su manera.