El «homicidio» de «María»

La muerte de la pequeña de 12 años en la vecina localidad, de ninguna manera es algo que puede pasar desapercibido por lo impactante del hecho, pero más aún por lo que tuvo que haber pasado para que una persona que a la edad de sonreír, se habría puesto tan seria que habría preferido morir antes de seguir viviendo.

«María», no era una nena más (interprételo como quiera). De ello no caben dudas.

Hoy donde la sociedad tiene tantas herramientas para advertir, acompañar y hasta solucionar problemas, sobre todo en niños escolarizados, esto que le ocurrió a la pequeña es un «lujo» que no nos podemos dar y es un «crimen» que como tal no podemos permitir.

Al menos no dejar de preguntarnos ¿qué NO pasó para que esto suceda?

El de «María» es el segundo caso grave en muy poco tiempo en el que nuestro distrito se ve involucrado; antes una alumna de 11 años de la localidad de Emilio V. Bunge que habría estado siendo abusada por un intergante de su familia, la que pudo irse – escaparse a Mendoza con su entorno a pesar de las advertencias y denuncias en General Villegas (afortunadamente la justicia de aquella provincia intervino).

Ahora «María» en Banderaló, sin contar los cientos de casos de niños que atraviesan extremas situaciones.

A favor de los que defienden lo indefendible y hasta justifican lo que sucede debemos decir que es entendible que no puede haber un agente social, un gabinete escolar, un policía, una Dirección de Minoridad, etc. por chico vulnerado.

Pero aquellos que vemos con preocupación lo que está pasando con nuestros niños y adolescentes no podemos dejar de preguntarnos ¿qué hacen todos los mencionados que no hacen lo que deberían hacer?

LA PRIMERA RESPONSABLE ES LA FAMILIA, lo sabemos. Pero …

«María» habría sido vista días pasados por el médico en Banderaló y éste (sin más detalles) habría recetado una visita urgente con la psicóloga, la que se habría dado el día 19 en el Hospital de General Villegas.

La misma profesional, le habría dado turno para verla nuevamente en el nosocomio local el 26 del corriente, sesión a la que la menor no concurrió.

Al otro día, el martes 27 fue hallada sin vida, ahorcada.

A esto habría que sumarle otros detalles que no vienen al caso y seguramente en su historia clínica constan, algunos, inclusive de 2010.

Podríamos llenar de palabras (y datos) esta nota, pero es precisamente de lo que nos quejamos, las palabras.

En estos tiempos que corren son tantas que aturden, aburren, justifican (sobre todo sueldos, cargos y puestos), cansan, distraen, entretienen pero no construyen. Todo lo contrario.

A horas de la muerte de «María» ya debería haberse abierto una investigación y/o alguien salido a los medios, del mismo modo que se lo hace para hacer anuncios vacías de contenido cuyo objetivo es la propaganda (al que le quepa el sayo que se lo ponga) a informarlo, porque es inadmisible que se dejara pasar por alto; como si la muerte de la que estamos hablando hubiese ocurrido en otro tiempo y se tratara de un perro atropellado accidentalmente por un auto.

Lo que está ocurriendo no son hechos aislados y tampoco explotaron de repente tomándonos a todos por sorpresa.

De estas niñas se les había hablado y hasta se les habría escrito.

De estas niñas se nos ha hablado y se nos ha escrito.

Basta de cómplice indiferencia.

Hoy el partido de General Villegas puede en cuestiones de minoridad comenzar a ser mejor, reaccionando (en el más amplio sentido de la palabra).

Aunque sea una frase hecha, atender a los chicos es asegurar el futuro.

«María» no se suicidó, a «María» la matamos todos los días un poco.

 

N d R: «María» es en este caso simplemente un nombre que nada tiene que ver con la protagonista de esta historia real que tanto nos duele.